Nunca fui europeísta. Ya en mis épocas de militancia veía el "eurocomunismo" como algo muy lejano a mí y a mi situación. Mas tarde el vivir como un símbolo de 2500 años de antigüedad, el dracma, moría a manos de un advenedizo, el euro, me hizo pensar si no estábamos cerca de un "gran hermano comunitario".
Finalmente, la derechización de los estados miembros (y de el mundo en general) ha sido la clave.
En mis últimos años de actividad laboral tuve que ver con mis propios ojos y con nombre y apellidos, recordando la lucha antifascista de mi padre, como el secretario provincial de CCOO pasaba a ser Jefe Provincial de Correos, como el responsable de CGT se transformaba en uno de los perros de presa de la dirección al convertirse en uno de los jefes de cartería mas odiados de los que tengo noticias, por no hablar de los tránsfugas de la UGT y del Sindicato Libre olvidándose de la lucha de clases y abrazando al CSIF como la solución a los problemas de los trabajadores.
De esta guisa, me da por pensar que si desde todos los partidos (mayoritarios, minoritarios o emergentes) tratan de que vote, lo realmente bueno para mí es no hacerlo.
Creo que es lo correcto.
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